- BIENVENIDOS -†††

No temo a las palabras de los enemigos, si no, al silencio de quienes dicen ser amigos. No temo a las mentiras de los traidores, si no, a la traición de los débiles. No temo al ataque de los mismos de siempre, si no, al ataque caprichoso de los cobardes y confundidos. No temo al horror, no temo al terror porque lo conocemos bien desde que nacemos, le temo a la esperanza y a la confianza, las mismas que se vuelven contra nosotros y nos hostigan hasta que morimos. Uno se acostumbra a seguir construyendo castillos de cristal en el aire, sin prever la tempestad.

lunes, 21 de mayo de 2012



Y quién sabe, si desde un principio ya está todo dado, incluso la posibilidad de ganar no es más que un capricho del destino, un tiro de azar.
Y justamente anoche, donde se invalidó mi voz, donde perdía las fuerzas a medida que reclamaba valor, el condenado a fusilar que bebe de la botella con ímpetu temiendo que del otro lado no haya caña o tabaco. La vida misma, la muy perra, te ata las manos y te sujeta contra la pared, con la 38 en mano te vuela la tapa de los sesos y así te deja, sin cabeza, vagando perdido por esta vieja tierra, sin buscar la búsqueda, si no algo que amedrente el miedo pasado, los favores cumplidos, las ilusiones incubadas, la esperanza torturada.

Ya no es interesante lo que en verdad importa, los placebos se han vueltos adicciones ante las penas. ¿Y yo? qué detener al momento de desgarrarse las córneas, arrancarse las uñas con segundos sempiternos, cercenarse la yugular con un punzante gemido, morir en la plenitud de la vida no es para todos, no es para todos...


Kenny


Admirada, ultrajada,
creada a imagen y semejanza,
corrompida por mil demonios,
sombras, ventiscas, espíritus varios,
tentada por lo prohibido,
erótica estoica atraída por lo vedado.

Naciste en el escenario de un ominoso teatro,
diste muerte a penas, alegrías,
fiestas, azares, cerezas de llanto.
Clamaste agonizante ante las manchas
de un sol en mero ocaso.

Corriendo asustada detuviste
tu corazón para amar un verano.
Nunca digna serías de un solo aplauso,
al final de la obra, el público todo
rompe en estrepitoso llanto.

Si en una de esas caes en desgracia
sonríes, con ojos húmedos cual perro asientes,
aceptas complaciente la tragicomedia de la vida.

Kenny


Habíamos acordado un encuentro en donde siempre, la hora acostumbrada, la noche propicia, el sueño en cada casa, un frío de aquellos. Sin rodeos entablamos la conversación con miradas, la mano oculta, la otra sosteniendo el cigarrillo. El alquitrán calentaba los pulmones, la luna parecía vieja de esquina por lo curiosa del momento y los latidos se acrecentaban cada vez más.
La pantomima había hecho de nosotros unos payasos sin gracia; ambos sabíamos perfectamente el por qué nos encontrábamos allí y cómo terminaría la fugacidad de nuestro reencuentro. Las pitadas se tornaban densas, secas, nerviosas. El humo salía al instante mismo de entrar en nosotros dibujando siluetas abstractas en la neblina atravesada por la luz plateada de aquella ansiosa espectadora.
Ya no más cigarrillos, ya no más miradas, las córneas se humedecían, el pulso se amenizaba, la pólvora parecía gritar antes de hacer explosión y en ese mismo momento, casi sin advertirlo, me viste sacar el revólver y acertarle cuatro balazos a tu cuerpo temblante y pálido. Caíste por inercia, lloraste antes de tocar el suelo y tu mutismo selló el final del acto.
Progresivamente fui saliendo del ambiente, el olor a pólvora aun pululaba en la cuadra y el fogonazo aun parecía flamear en mis pupilas. Retrocedí hasta percatarme de tu muerte, accedí al deseo de la huida y así desaparecí paralelamente al último suspiro. Recé, me persigné y me arrepentí. De lo demás se ocuparían los policías y los vecinos chismosos que salían en camisón a ver el cadáver.

Kenny

Caloi


Una sociedad que no valora sus artistas, es una sociedad que no valora la vida.

El mármol pareciera ser más sensible que cualquier jauría de lobos que se acerca pedante al cadáver del artista. El mismo Tartufo derrama condolencias más creíbles que aquellos tipos de traje que, luego de armar el escenario en casa de gobierno, arrojan flores y palabras de plástico sobre su tumba, lágrimas de sal compradas sin descaro derramadas sobre esas sedas finas e hiladas en oro que él tanto odiaba y que en este momento cubren su cuerpo.
Solo algunos indecentes, tanto o menos impertinentes que él en vida, gritan las verdades, aquellas verdades incómodas, verdades que crispan los tímpanos de aquellos pésimos payasos sin gracia puestos en escena al borde de la pantomima más bizarra del espectáculo.

¡Que falta nos hacen artistas idos sin despedirse!

Suerte del otro lado negro. Se te va a extrañar.


S. Ignacio

El por qué de las preguntas


He reflexionado en importantes temas sin importancia y así haber llegado a conclusiones inconclusas de un sujeto amedrentado por todos y ataviado por la soledad.
He tenido largas charlas con indiferentes silencios estrambóticos y negado palabras u opiniones a personas que gritan como metralletas.
He creído en aquellos que fueron descreídos por todos solo para llegar a creer en la incredulidad de los demás, en la fascinación del descubrir nuevas añoranzas repudiadas y odiadas por la gran mayoría para poder llegar a reencontrarme con aquella esencia construida diariamente en la afinidad del ser.
He faltado a juntas, reuniones, asambleas, para quedarme pensando e hilando suposiciones sobre qué hubiera sucedido si hubiese asistido y claramente así fui sumergiéndome en el ostracismo del cual no reniego.
He obtenido victorias y fracasos de los logros ajenos y a la vez, lo ajeno me ha resultado siempre tan propio, que he abandonado toda ambición material para apostar por lo abstracto y surrealista de aquel que ama lo odiado, de aquel que odia lo amado y abrazado por todos, de aquel que se proyecta siempre las probabilidades antes que los fines, de aquel que vive permanentemente en un instante precedente a un final ya escrito antes de comenzar.
He buscado casi sin gracia el ocio de rodearme de súcubos e incubos para perecer en los brazos de la más herida, de la más golpeada (quien terminara por desquitarse con mis huesos).
He buscado la vida antes de la muerte y he descubierto que en esa búsqueda he actuado en una eterna escena teatral sin guión.
He trascendido en lo efímero del inconsciente colectivo y he sido olvidado en los momentos de lucidez y madurez de aquellos que reclaman ser llamados personas.
Ahora bien, ¿por qué seguir?
Por la curiosidad misma de no saber qué sucederá mañana al dar vuelta la hoja y preguntarse si las lágrimas vuelven en forma de rocío al rayar el alba un nuevo amanecer.
Kenny