- BIENVENIDOS -†††

No temo a las palabras de los enemigos, si no, al silencio de quienes dicen ser amigos. No temo a las mentiras de los traidores, si no, a la traición de los débiles. No temo al ataque de los mismos de siempre, si no, al ataque caprichoso de los cobardes y confundidos. No temo al horror, no temo al terror porque lo conocemos bien desde que nacemos, le temo a la esperanza y a la confianza, las mismas que se vuelven contra nosotros y nos hostigan hasta que morimos. Uno se acostumbra a seguir construyendo castillos de cristal en el aire, sin prever la tempestad.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Escondidas


Los artistas inanes vagan por la ciudad en busca de inspiración para cometer aquel ciejo crimen contra la rutina, aquella vieja comunión que siempre congrega a tantos locos y desquiciados en contra de ella, desean torturarla, masacrarla, ultrajarla, violarla, asesinarla. Entre eso las escuelas de arte abren sus puertas a diestra y siniestra y sus profesores y sus licenciados se sientan a tomar mate en pequeños banquitos de pino esperando a estudiantes e interesados; “nadie” se acerca y pregunta si "alguien" anduvo por allí, "no" le dicen ellos y nadie tímido se va.
Los artistas buscan y requetebuscan por las callejuelas de los suburbios y a la vez son buscados por profesores que quieren pulir ese talento. Los artistas no suelen ir a escuelas de arte para no hacer de aquello una rutina que inevitablemente quieran torturar, masacrar, ultrajar, violar o asesinar...


Kenny

domingo, 16 de octubre de 2011

Susurro


No querrías saber aquello
que ocultan mis ojos que,
aunque lastimeros sí,
suelen ser sinceros.
No querrías ver aquello
que ven mis ojos que,
aunque desgastados sí,
suelen ver mejor de lejos.
No querrías adentrarte a mi universo
de mil quimeras y mil verdades,
donde yace altivo el furtivo
y arrastrado el ocioso.
No querrías correr conmigo
cuando estallen los eones y
se aniquilen los poetas
fusilando pérfidos sueños rotos.
No querrías acompañar
a este pobre loco
al altar del delirio,
que aunque adornado con lirios
y rosas de papel
suele volverse un niño
y suicidarse de vez en vez.


Kenny

sábado, 15 de octubre de 2011

Fusilamiento


Un escéptico buscaba algún recoveco en la ciudad donde cometer el crimen, alguna grieta en el tiempo para llevar a cabo el asesinato. Buscaba como tantos de nosotros matar el tiempo con algún arma que no llamara mucho la atención, alguna actividad estrafalaria que le jugara una mala pasada a la rutina.
Entre búsqueda y recorrido se adentro en una vieja casona de Adrogué donde se exponían obras anónimas realizadas con suma delicadeza. Cada cuadro respondía a un sentimiento y exclamaba desde su mutismo el llamado de atención a espectadores y bohemios que solían congregarse allí.
Se hacía presente el surrealismo, las técnicas mixtas, los pliegues y despliegues, los collages de recuerdos, las fotografías de momentos intrascendentes trascendidos, en sí, la belleza artística expresada en la totalidad de sus modos.
Es en eso que encontró una reproducción viva de la muerte frente a sus ojos. Una réplica exacta de aquello que suele considerarse vergonzoso o penoso, una imagen donde se resaltaban unas pupilas melancólicas, labios carcomidos y un cabello desarreglado. Una desnudez sublime del alma en todo su fulgor que lo atrapó desde el primer instante, abstrayéndolo de tal modo que todo el mundo, o lo que al menos el consideraba mundo, se ocultó tras un sedoso velo de silencio y calma. Solo eran él y aquel cuadro platinado frente a su elocuencia.
Tras de él había una columna marmolada y como en un estado de insomnio se preparó para el fusilamiento en el momento mismo en que la imagen habló pronunciando estas haladas palabras: “He conocido el vasto mundo de la miseria y el sufrir, he visitado tantos universos como libros hay en mi biblioteca y he entablado charlas nocturnas con la parca durante años, pero jamás he percibido tal dolor, tal miseria, melancolía y repugnancia como los que hallo en tus pupilas café, ventanas de un espíritu sollozante, reflejo del infierno dantesco. ¡Vete y no vuelvas! Que mis ojos se inundan de crisálidas al ver el desierto estepario en los tuyos, ¡vete y no regreses perro embustero! Que ni la gracia del señor se apiade de tu alma por andar difundiendo por ahí tanta angustia, escarmiento y desolación…”
Así fue como el hombre dejó de mirar su reflejo y se retiró del lugar, complacido de haberse encontrado a sí mismo, insatisfecho de no haber hallado a otro.


Kenny

jueves, 13 de octubre de 2011

Desplazamiento


El detallista leía incómodo en el transporte debido a la mirada fija de aquella anciana que parecía mirarlo con desprecio sentada delante suyo. Hojeaba algo apresurado las hojas del libro nuevo mientras de reojo observaba el movimiento dentro del vehículo, atento por si otro asiento se desocupaba y así librarse de aquella mirada acusadora. Es en eso que los cuentos plasmados en el papel de arroz lo fueron reclamando, lo fueron asediando y poco a poco arrebatando de aquella realidad. Se encontraba ya él en la antigua Roma o en Génova, se encontraba hablando con un soldado agotado o con una reina de un país inexistente, se encontraba ya planeando un asesinato o dirigiendo una misa en Medio Oriente, aunque siempre había entre los personajes alguno que lo perseguía con aquellos ojos tajantes, algo resecos y llenos de misterio cual pupilas cobrizas de viejo felino de ciudad.


Entre lecturas, pausas y paradas la gente fue abandonando la unidad. Lánguidamente fue cesando el parloteo constante que se producen en los ajetreos y disolviendo la densidad del ambiente resultante de tantas respiraciones y exhalaciones sincronizadas.


Por más que ya se hubiesen desocupado la gran mayoría de los asientos, el detallista aun no se apartaba de su lugar, así mismo como la anciana no apartaba sus sinuosos ojos de él, siempre con el ceño fruncido y los labios algo descolocados, mal pintados con labial rojo intenso y resecos por el caminar de los años.


Sinceramente ya la incomodidad pasó a ser un fastidio para el viajero, pero al momento mismo de querer cambiar de asiento una palabra, una frase, una imagen visual o ¡una exclamación! lo envolvía de manera tal que nuevamente caía rendido en la abstracción literaria. Sonaban y resonaban las explosiones en guerras revolucionarias, las plegarias de los creyentes se confundían con los gritos de los ateos que frente a la orilla del mar arrojaban sus deseos de felicidad y su fe mientras eran acosados por integrantes de la inquisición. Se sentía el cálido aroma a pasta por las calles empedradas de Italia y en sus estrechos laberintos se encontraba con algunos perros callejeros que le lloraban al pasar.


Ya cuando las dos palabritas que suelen aparecer al final del libro se acercaban, el loco detallista cerró el libro decidido plenamente a viajar en paz fuera de la mirada inquisidora de aquella mujer semejante a una reina sin territorio, a un soldado fatigado por la guerra contra el tiempo o a un cura agnóstico en medio de tanta ignominia. Así se levantó presuroso y solo bastó una mirada a través del cristal que lo separaba de la travesía para darse cuenta que el tiempo no tiene tiempo para detenerse y que mientras uno viaja entre cuentos de papel de arroz la vida transcurre fuera sin un final escrito; así era, había que bajar pues el viaje había terminado para él, mas no para aquella anciana que se había quedado dormida en su asiento con su bolso tendiendo entre sus manos huesudas y la boca entreabierta de labios mal pintados, desgastados por la sed de tanto andar...


Kenny

miércoles, 12 de octubre de 2011

Pausa


Tal vez sea cierta la mentira
tal vez sea mentira la verdad
que tan sumergido en fantasía
no pude entender la realidad,
invadido de nostalgias
frágiles marcas de melancolía
agora me vienes a abrazar
como quien se apena de un loco
que caminando va sollozante
por las calles de la gran ciudad,
agora vienes a suplicarme
como siempre tarde nomas
aun no entiendes querida
que las oportunidades pasan
que el tiempo que se escapa
a tus manos ya no volverá.
Y cuando llegues a mi lado
ya a mi lado no estarás
pues ha sido cierta la fantasía
sumida en melancolía
de una triste realidad
que de tanto predecirla
de tanto llamarla
se ha vuelto verdad.


Kenny

Adieu


Me hallo en un estado de extremo absurdo, abstraído casi por completo de lo que acontece a mi alrededor me redimo lánguidamente a espectar el tenue pasar de la vida. Las gringlolas de intrascendentes recuerdos me obligan a forjar mis pupilas en el sinuoso camino de la esquizofrenia, para variar, despejo mi obnubilada visión con la brillantez exánime del llanto de prostitutas mal pagadas y me sumo en el gemir melancólico de perros callejeros, gangrenados, pateados, detestados...

Y es en la turbulencia de mis sentidos que siento el ala de la estupides rosar mi frente, una pira funeraria lleva el nombre de mi razonamiento, el trono de oro ha sido ocupado por la demencia, ya la abstracción se ha convertido en una perenne realidad y la locura dramática en un cotidiano sempiterno.

Una bala diamante dirigida a mi cerebro ha perforado mi cráneo y se ha introducido en mi desazón, estallando mi cabeza en un big bang de desesperación y llanto he huido sin mirar atrás ni oír al pasado hacia aquel lugar donde terminan todos los poetas maduros y seres humanos podridos, aquel sitio donde las flores crecen libres tanto como la locura de los internos y donde el cielo se encuentra tan cerca de las manos que podríamos quemarnos con el sol con solo levantar el brazo. He huido a la indecencia pagana rodeada de muros de mármol, allí mismo donde nacen las más puras verdades y aforismos de la vida pero nunca son escuchados.


Kenny

lunes, 3 de octubre de 2011

Estoicismo


La libertad no ha de negarse a nadie, por ello,
aquella lágrima deseosa de escapar, déjala correr.
Ya que se ha escabullido por entre tus lagrimales,
no sin antes despedirse melancólico
de tus pupilas manantiales, déjala huir.
Diamante forjado en la minería de tu espíritu,
déjalo deslizarse perspicaz por entre
las dunas de tus mejillas,
contemplar presuroso el contorno escarlata
de tus labios entreabiertos y
correr desesperado sin destino para saltar suicida
desde el precipicio de tu rostro en búsqueda tenaz
de una muerte trágica.
Estrellarse impío sobre la seda
de tu pañuelo de seda enredado en tu cuello,
la dureza de la mesa de roble que ocupas
fumando un cigarro, bebiendo aquella copa,
o la suavidad perfumada de tu tersa piel
acariciada por el silencio.
Aquellas lágrimas todas, son pobres poetas
que desertan del ostracismo del mutismo y
salen a vagar sin buscar otra cosa
que el refugio prometedor de la prematura muerte,
visitando esbeltos perfectos Edenes de Eva
antes de entregarse al apresuro del suicidio,
la ilusión de la trascendencia los hostiga
la esquizofrenia, el detallismo, la locura,
los excesos siempre presentes.
Amando y escapando como un loco enamorado
buscando saltar desde el barranco de la vida
estrellarse en el infinito del firmamento,
dejar una marca húmeda cual mirada perruna
en la memoria de sensibles y así morir en vida
para luego resucitar en pueriles sueños de
futuros artistas y amantes descorazonados,
vertiendo sus llantos en sublimes perfumes
entre cabelleras de jóvenes damas y
rosas marchitas en manos gangrenadas...
Así son las lágrimas suicidas, así mismo los poetas.


Silguero I.