- BIENVENIDOS -†††

No temo a las palabras de los enemigos, si no, al silencio de quienes dicen ser amigos. No temo a las mentiras de los traidores, si no, a la traición de los débiles. No temo al ataque de los mismos de siempre, si no, al ataque caprichoso de los cobardes y confundidos. No temo al horror, no temo al terror porque lo conocemos bien desde que nacemos, le temo a la esperanza y a la confianza, las mismas que se vuelven contra nosotros y nos hostigan hasta que morimos. Uno se acostumbra a seguir construyendo castillos de cristal en el aire, sin prever la tempestad.

sábado, 7 de enero de 2012


Algunos sueños arropados se reverberaban contra las sienes de los condenados, éstos nomas querían volver a casa, pero se vaciaban unos contra otros todos los deshechos que en sus cabezas y mentes pudiera llegar a haber.


Pocos eran conscientes de la consciencia, aquella que los picoteaba cual rayos olímpicos en medio del hipotálamo penante que retenía, sin tregua, los dolores que los habían condenado a esa situación.


El motín se desenlazaba, miles y millones de miles escaparon, las puertas de roble abiertas de par en par daban paso a una libertad esperada desesperadamente por los imputados, todos eran culpables y ninguno lo negaba, mucho menos aun a la hora de escapar.


En medio de la batahola, una de las internas retrocedió y pensaba sin llegar a pensar, se volvió tras sus pasos mientras los demás escapaban sin saber dónde ni cuándo, ni quién ni el por qué.


Ella lo creía, no había otro lugar como el hogar, uno siempre vivirá en cualquier lugar donde sus pisadas hayan sido fuertes y claras. Siempre será un hogar el recuerdo de quienes aun nos recuerdan, siempre será un refugio la espera de quienes aun nos esperan, y si no es así, nosotros los invitaremos a nuestros recuerdos al recordarlos para no olvidar.


Esperanza bien lo sabía, por ello, mientras las puertas se volvían a cerrar y las bisagras rechinaban al deslizarse, ella se recostó en su cuneta y se acomodó para dormir, descansar y soñar que la pobre Pandora suavemente se contendría para no llorar ni patalear al verla dormitando.


Kenny

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