Noches de alusinaciones causadas por pesadillas y sueños efímeros de fantasía me llevaron a odiar a aquel soñador calmo y ocioso que al despertar no hace más que evitar la pregunta diaria de nosotros, humillados, de qué es lo que esperan de nosotros para sentirnos completos... A razón de ello, en una de esas noches mencionadas, nace este escrito:
Conversaciones a solas
insípidas, ingenuas, frustrantes.
Con la sombra reflejada en una blanca pared de mármol
en un big bang enmudecido
que se desata por las noches en un recóndito pasillo
de las zonas bajas de la gran ciudad
de un Buenos Aires vapuleado.
Un universo paralelo se crea
entre los ojos crispados de un alma asediada
y unas páginas desgastadas del spleen de París.
Semejantes desiguales duermen sus sueños
y el lector se hunde en su consternación
de no encontrar deleite alguno en la densidad,
impertinente desolación solitaria,
que significa el estar vivo,
el caminar un rumbo oscuro, sombrío.
La selva descansa taciturna
aspirando el rocío que desciende
la luna pardo rojiza impregna su hedor egoísta
en las pupilas de solitarios
que ilusos le preguntan azorados
dónde se encuentran aquellas musas
que tan ausentes se hicieron
de sus tristes patéticas vidas.
Y mientras tanto nace un universo paralelo
encerrado en un ambiente de cuatro paredes
un redentor, un pequeñuelo condenado al hambre,
un poeta sentenciado a la desesperación
que significa ser arrojado al mundo,
a este mundo para no ser más que materia barata de descarte.
La noche se impregna en sus ojos de sirena apaleada
y el silencio envuelve su cuerpo maltratado y añejado
de vieja boa arrastrada.
La pluma desgastada en el suelo
y el libro con el que se inmolan sus pensamientos.
¡Y los insulso duermen sus sueños!
el rocío como llovizna otoñal sigue cayendo,
lágrimas de perlas brotan de sus ojos
al ver que nada cambia,
que solo se hace presente la desesperación
de seguir en el mundo creyendo, odiando estar vivo.
Y la vida ya se le ha ido hace tiempo
entre humillaciones y degradaciones
de un maldito poeta,
humedecen las hojas amarillentas de aquel libro que narra
la historia de un universo paralelo
¡poesía…!
en la cual un alma sensible se refugia por las noches
mientras los patéticos insulsos duermen
sus fétidos e infectos sueños.
Kenny.
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