- BIENVENIDOS -†††

No temo a las palabras de los enemigos, si no, al silencio de quienes dicen ser amigos. No temo a las mentiras de los traidores, si no, a la traición de los débiles. No temo al ataque de los mismos de siempre, si no, al ataque caprichoso de los cobardes y confundidos. No temo al horror, no temo al terror porque lo conocemos bien desde que nacemos, le temo a la esperanza y a la confianza, las mismas que se vuelven contra nosotros y nos hostigan hasta que morimos. Uno se acostumbra a seguir construyendo castillos de cristal en el aire, sin prever la tempestad.

domingo, 24 de octubre de 2010

El Cuervo de Allan:


Sobre el vaivén de tus plumas en luto
mis sueños se hacen poesía
y mis miedos una constante realidad.
Aleteas sigiloso hasta posarte en aquel dintel,
el cual Poe aun admira
perdiéndose entre penas embriagadas y oscuridad.
De vez en cuando repites tu cantinela de “Nunca Más”
y solo a veces, con tu agudo gruñido,
aturdes a las almas en calma al dormitar.
Frecuentemente se te da por volar
volviendo así a tu nido,
acomodándote entre lágrimas de viejos poetas
y allí descansar.
Ya cuando la penumbra todo lo abarca
y la señora luna es coronada reina,
con suma delicadeza, levantas tus alas
y vuelves triunfante a posarte
sobre el dintel de mi puerta.
Porque es cuando los párpados pesan
y las pupilas se dilatan por el sueño que acerca
que tú, odiosa ave de plumas negras,
aleteas tus alas con suma delicadeza
volando por la habitación ante mi melancólica mirada
yéndote a acomodar sobre el dintel de mi puerta.
Demonio vetusto o mal profeta
que en su momento atormentaste a otras almas,
¡deshiciste la cordura del pobre Edgar!,
acabaste con su embriagada calma.
Y ahora te haces presente ante mí,
sin mediar palabra alguna,
solo allí te posas, te haces ver, te haces sentir,
de manera fiel…
¡maldita alma impura!
¡Vuela!
¡Remonta tus alas!
y que no te devuelva el ocaso…
¡Desaparece!
aléjate de esta alma que se desvela
por verte partir y no tenerte más allí posado.
Si mis humillaciones
¡Mis fracasos!
mis lamentaciones
¡Mi llanto!
fueron los que te crearon…
Si en mi agreste corazón atravesado
por un desamor viejo y añejado
te sentías ignorado, enjaulado…
Si eres la viva imagen emplumada
de mi melancolía y mi pena…
Ya puedes darte al vuelo,
remontar tus alas,
pues cuando la noche nuevamente caiga
ya no habrá espacio para ti en el dintel de mi puerta.
Si dejabas tu lugar para volver al nido
acomodarte entre lágrimas y descansar,
si te regocijabas en aquello que yo había sentido
al volver a mi corazón una cueva sumergida en oscuridad,
ya tu tiempo se ha acabado,
¡Maldita ave sin fé!
la noche ha terminado,
¡Levanta tus alas!
¡Volando te quiero ver!
Si quiera déjame sentir aquella falsa sensación
de haber ganado aun así sea una vez,
déjame sentir aquello mismo que sentía Edgar Allan Poe
al escapar de ti
entre vicios bastos y barato alcohol…
Si quiera déjame sentir aquella emoción
de verte a lo lejos desaparecer,
al menos hasta que la penumbra venga abarcándolo todo
llegando así hasta mi puerta
marchitando aquel añejado recuerdo del último amanecer.
Y mi alma temblante oirá decir “Nunca Más”
en un suspiro infernal,
mientras tú, delicadamente posas tus garras en aquel dintel vetusto
clavando tu mirada de demonio durmiente en mi castigado corazón
quien tantas veces lloró
por verte de nuevo llegar…
Y mientras la noche lo cubra todo, ferviente, calmo,
mientras tú, desde allí arriba, posado me gruñas
para ya no volver a volar...
Parecerás sonreír con suma delicadeza
reconociendo aquella mirada entristecida,
aquel rostro castigado…
y acomodando tus alas bajo mi mirada expectante
cerrarás los ojos con aquella mueca de ironía
a pesar del paso de las noches y los días
siempre quedarás allí, para ya no marchar.
Y así me harás sentir aquella eternidad
aquel sentimiento truncado
que tanto sufrió Poe
acomodado en su sillón
mientras el mismo cuervo lo observaba amenazante
sobre en dintel de su puerta,
bajo la luz de la lámpara,
para no marchar nunca más
y delicadamente quedar allí,
para siempre posado.


Kenny.

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