¿Y qué sentido tendrá el esperarte?
si ya tu vuelo angelical se ha levantado,
extendiste tus alas de delicada mariposa
para sobrevolar los montes
y las estepas de ángeles sin alas
y demonios exorcizados.
Te despediste con un silencio atroz
y soltaste mi mano…
no pude más que verte alejar
entre sollozos de amor
y tratando de no pensar
que aquello llamado amor fue en vano.
Y así quedé, ilusionado en la espera,
con la rosa marchita entre mis dedos
que pensaba regalarte
aquella hermosa noche
de espléndida luna llena.
En la cual danzamos con el viento
como dos almas en pena
pero ¡con vida!
Aun tu cuerpo no había muerto,
aun tu cabeza no albergaba
pensamientos suicidas.
Como niños jugamos toda la noche
bajo el claro del alba,
la luna pardo rojiza era nuestro menester
e inocentes quedamos dormidos
entre murmullos nocturnos
y la profunda calma.
Por la mañana, muy temprano,
te fuiste alejando…
yo aun estaba entre sueños cuando me besaste
me acariciaste el rostro
y te entregaste a tu destino sellado.
Al despertar solo me quedaban
los rastros de tu huída
sobre las blancas sábanas,
pensé que te escondías,
que nuevamente jugabas…
pero una idea me invadía,
un miedo me azotaba.
Te busqué detrás del dintel de la puerta
donde solía posarse un cuervo vetusto,
detrás de las paredes ahuecadas
donde solía esconderse un gato en luto.
Te llamé por tu nombre, por el mío,
pero ni si quiera el silencio respondía…
fue una madrugada fría
en la que te habías alejado sin dejar huella alguna
en tu melancólico camino.
Debía entregarme a la resignación,
lo supe, te había perdido…
recordé de repente aquellas palabras
que entre juegos y caricias
al oído me habías dicho.
A modo de consejo tal vez
acallando el gemir de tu corazón,
me aclaraste que te amara pero te dejara
en el mismo momento que me causaras dolor.
Si dolor era lo que yo pude sentir
al ver tu lado de la cama vacío ya,
era momento de dejarte ir,
de afrontar solo la amenazante realidad.
Y así se fugó la mañana
junto a ella, mi único amor…
pasé la tarde bebiendo
y la noche recordando…
ahogando mis penas en agreste alcohol.
En pleno ceno de la madrugada dominante
creí verte llegar a lo lejos,
arrastrando contigo tus promesas y anhelos…
¡Solo eran mis alucinaciones de borracho!
que se burlaban de mi corazón vacilante…
que oprimían con fuerza mi pecho.
Y cuando el amanecer ya acercaba,
solo habían pasado 24hs. de tu despedida…
fumando mi último cigarrillo,
húmeda mi mirada…
estaba decidido acerca de tomar aquel camino
que me conduciría a mi fantasía,
que te devolvería a casa.
Y aquella pluma de plata
que tanto habías elogiado,
fue mi llave a lo eterno
clavada en mi pecho
fue mi promesa y mi ilusión
de te regreso a mis brazos.
El tiempo se congeló,
el amanecer nunca llegó…
apenas se notaban luces en el cielo
cuando mi último suspiro, cesó.
Entre la noche y el día
como un ocaso o un amanecer incompleto,
quedé allí esperando, fumando,
viendo que las cosas a veces no son
como uno las imagina.
Solo quise reencontrarme con mi amor
danzar con el viento nuevamente,
el suicidio es un pecado en el reino de Dios
y por ello, nosotros ocupamos la vereda de enfrente.
Sobre mis pies aun yace aquella rosa marchita
que espero ofrecerte al reencontrarte,
un gato negro me hace eterna compañía
y un cuervo parece de mí burlarse.
¡Y nunca amanecerá!
el rocío aun me sigue empapando,
mi alma toda, nunca se liberará
del castigo de esperar
aquello que nunca volverá a mis brazos.
Apoyado contra el muro
fumando, sollozando…
mi corazón ya ha muerto, está mudo,
pero mi amor aun está intacto.
¡Vuelve vida!
¡Llévame a tu muerte!
recuerdo lo que me decías
pero…
no pude evitar seguir tu misma suerte.
Te imagino aun danzando bella
frente a ángeles sin alas,
y demonios sin cabeza…
Imagino verte a lo lejos
regresando entre las rojizas luces del alba
adornada con el claro de luna, coronada como reina.
Te imagino para poder cerrar los ojos
y ya no ver a la luna eterna,
aquel sol que nunca se alzará
y aquella mañana que jamás se aleja.
Porque esa es mi eternidad
esa es mi muerte,
apoyado contra aquel muro, esperar…
y oír lo que el espíritu de un muerto corazón ya no siente.
Ese es mi eterno descanso,
que por haber seguido los pasos
de una hermosa dama melancólica
me condené a un amanecer eterno,
a amar mi único recuerdo
que mi mente demente aun atesora.
Esa es mi eternidad,
condenado al castigo de amar…
a la sentencia que significa esperar
a alguien que ya no regresará.
Y así será mi paraíso,
una mera ilusión en la fantasía
de volver en algún tiempo a tus brazos
para poder refugiarme en ellos de tanto frío
Así será mi infierno
entre las débiles luces del alba,
bajo la luna pardo rojiza
junto a un gato negro
escribo en tu nombre un millar de poesías
como un alma triste que en pena vaga.
Cubriéndome con el manto
de lo que no es noche ni día,
bajo la luna reflejando a un sol que nunca saldría…
La tinta es mi sangre
que aun se derrama de mi pecho,
la pluma clavada, hundida hasta adentro,
no será más que una llave falseada
a un estúpido anhelo…
A una promesa sin cumplir,
de un deseo que soñé por la mañana…
donde una hermosa mujer,
me prometió conmigo reunir
si a la muerte mi alma le entregaba.
Y ahora, que aquí estoy varado
ya no hay vuelta atrás…
por aquella hermosa mujer,
por aquella hermosa dama me ha engañado,
no hay otra cosa más por hacer
que otro cigarrillo encender,
apoyarme contra el muro
y con la rosa marchita entre los dedos
soñar con volver a amarla
resignarme a mi castigo
y condenarme a la espera
de presenciar alguna vez
su tan esperada llegada.
Kenny.
Bellisimo poema!!!!!Tenes mucho talento!!!!!
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