- BIENVENIDOS -†††

No temo a las palabras de los enemigos, si no, al silencio de quienes dicen ser amigos. No temo a las mentiras de los traidores, si no, a la traición de los débiles. No temo al ataque de los mismos de siempre, si no, al ataque caprichoso de los cobardes y confundidos. No temo al horror, no temo al terror porque lo conocemos bien desde que nacemos, le temo a la esperanza y a la confianza, las mismas que se vuelven contra nosotros y nos hostigan hasta que morimos. Uno se acostumbra a seguir construyendo castillos de cristal en el aire, sin prever la tempestad.

jueves, 26 de agosto de 2010

El Último Suspiro:


El último suspiro:

El cielo ya oscurecía en mi lenta llegada, transitando aquel lodiento camino, el último rayo de luz cayó sobre mi cabello antes de que un manto de oscuridad profunda me envolviera. Era el escenario perfecto para olvidarme de la cordura, para sumergirme en mis fantasías de poeta, para ser yo mismo en mi mundo propio creado en forma de defensa contra la realidad…
A nadie le había comentado lo que pasaba cuando ella mis caprichos no consentía… mis caprichos, eran solo pedidos y deseos de amor, si lo único que quería era que me amara tanto o siquiera más como yo a ella, pero la única verdad que quedaba era que no había más amor en su corazón para mi, así era como me sumergía en esa gran depresión que hasta hacia mucho no sentía, me sentía tan abandonado por mi propio amor, por la mujer que había prometido jamás dejarme solo o abandonado entre mis demonios y fantasmas...

El tiempo, como una efímera ráfaga, desgastaba constantemente la dulzura en sus palabras, la rutina se robaba por día muchos “te amo” que agonizantes morían en el recuerdo de lo que alguna vez fue nuestra relación, y fue mi pasión por amarla lo que me llevó a sentirme tan confundido en aquel frío invierno.
Llovió tanto aquel día, sentí que no había visto el sol por mucho tiempo, mas lo que en verdad oscurecía el cielo, no eran las nubes negro azabache que se reunían en el cielo invitadas por la tormenta, si no, esas lágrimas recogidas en su andar por el viento y esas penas que manchaban los muros como moho incrustadas en ella de manera tal que ya formaban parte de su arquitectura.

Sentí tanto miedo por un momento que creí que lo mejor sería salir corriendo de aquel escenario, escapar de ese lugar, pero no lo podía hacer… ese era el único camino que me conducía hasta mi hogar, en el, mi amada que esperaba me recibiera y así dejar afuera a esos malos pensamientos que me seguían desde hace ya varios días.

Al fin empecé a reconocer el camino, la lluvia iba cesando poco a poco, las últimas gotas gélidas como el hielo se deslizaban silenciosamente por los árboles más antiguos que, encorvados y desgastados, conformaban el lúgubre paisaje.
Faltaban solo unos metros para llegar a casa, pero los malos pensamientos me empezaron a asaltar, la rabia y el enojo me invadieron y el miedo de lo que acontecía se vio reflejado en mis ojos que tomaron un brillo particular. La desesperación se adueñó de mi cuerpo y sumergido en la demencia emprendí mi huída de tan horrible lugar, esas calles desiertas, el arco iris invisible que se reflejaba en las últimas gotas de lluvia que humedecían mi rostro, que manchaban mi mirada así mismo como en las pequeñas lágrimas que desbordaban de mi interior…

Corrí a toda velocidad escapando de mis fantasmas y todas esas visiones que me provocaba la histeria, por un momento me pareció ver a la misma muerte tocando la puerta de mi hogar, por otros creía verme a mi mismo en tercera persona llorando arrodillado en aquella esquina donde llovía incesantemente aquel torrente rojizo semejante a esa fresca y espesa sangre con la cual me empapaba muchas veces al despertar por las madrugadas de mis pesadillas.
Siempre tuve un único miedo, el silencio… siempre le temí a ese silencio ensordecedor que a veces me invadía por las noches, ese silencio traicionero que parece ser la introducción a un grito desesperado o algún susto que está por llegar a nuestro oídos, ese silencio… el mismo que en ese momento sentía en mi interior mientras iba perdiendo mi razón en tal huída, consumido por el miedo y el terror de la paz que había en tal lugar…
La realidad retornó nuevamente y al llegar a mi hogar golpeé desesperadamente las puertas hasta casi tumbarla, mi amada al fin abrió y me recibió con la mirada más extraña que jamás le había conocido. Ela misma se dio cuenta de la demencia que me había invadido, trató de calmarme pero mi paranoia era incontrolable, a pocos instantes los nervios le hicieron efecto y empezó a gritarme en un afán de hacerme reaccionar, de que volviese en si, pero todo fue inútil… sus palabras solo eran un sonido más dentro de todos los gritos y chillidos que sonaban y resonaban en mi cabeza. Todo era una locura para mis sentidos, fue como si una de mis tantas pesadillas se hubiese vuelto realidad, nada tenia sentido y nada tenia claridad, excepto una palabra que al llegar a mis oídos retumbó haciéndose eco hasta lo más profundo de mi subconsciente, entre mi demencia y locura, mi amada repitió estas palabras con tal sinceridad que ni siquiera mi estado pudo evitar que sintiera tal dolor, enferma de nervios y movilizada por la desesperación dijo, casi susurrando… “no te amo más”…

Todo se volvió un infierno mientas esa frase se repetía constantemente en mi mente, pero no era ella quien me lo repetía, la misma parca era quien me hablaba, quien estando detrás de mi vistiendo esos oscuros retazos desgarrados por su eterna condena me hundía en aquel eco desolador… tan vacío como la nada misma.
No lo soporté más, debía acabar con ese maldito susurro que carcomía mi cordura, mis manos se convirtieron en las armas que rodearon el huesudo cuello de aquella presencia demoníaca que me había conducido a la demencia…
traté de callar a esa maldita voz que repetía incesantemente “no te amo más”, quise robarle la voz presionándole fuertemente la yugular, clavándole las uñas en los costados de su cuello delicado y frágil como cristal…

Todos los gritos en mi mente, las visiones en mis ojos, la locura en mi demencia, ¡todo!, se fue desvaneciendo con aquel último suspiro, la sangre saliendo a presión, bañando mi rostro, mientras arrodillado , lloraba la partida de mi fantasía que desgraciada me abandonó en tan cruel realidad, que humillante y atroz fue saber que la muerte, que la misma parca que tanto deseé destruir era la mujer que tanto llegué a amar, y que, el brillo hermoso que alguna vez me había cautivado de sus hermosos ojos, hoy se reflejara en esa sangre cristalina que como lluvia de julio bañaba mi triste imagen en el cuarto, junto a mi demencia ya curada y junto a mi sensación de placer y horror por haber encontrado la paz y la calma que tanto buscaba, que tanto me hacían falta en mi búsqueda de amor, de haber encontrado esa tranquilidad que necesitaba… que triste fue darme cuenta que había encontrado todo eso en aquel instante de agonizo en sus ojos, en aquellas facciones de tristeza en su rostro, en aquella última mirada clavada en mis pupilas… en… su último suspiro.

Kenny.


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