Cierta vez ella sacó a un grupo de infantes del parque de la inocencia, alejándolos de los juegos y hamacas, a uno de ellos le concedió la sinceridad, así vivió siempre en la desdicha y el resentimiento, a otro le otorgó el engaño y éste se hizo del éxito y el prestigio de sus semejantes.
A aquel le brindó la sabiduría y así siempre vivió en aislamiento, a aquel otro la ingenuidad y siempre estuvo rodeado de pretendientes y oportunistas bajo el nombre de amigos. A uno de ellos le dio un haza y cabizbajo pasó el resto de su vida, al otro le dio un látigo, el cual siempre acompañó su gloria.
A un grupo de ellos les fue entregado un fusil a cada uno, tres de ellos murieron enfrentando al enemigo y los otros dos perdieron sus amistades y ambas piernas en batalla. Al otro grupo les fue concedida la ambición y resultaron ser el enemigo.
Así ella fue repartiendo impune sus obsequios ya fuera del parque de la inocencia.
¿Qué me toca a mí de la vida?
El calificativo de poeta y el lamentarme por ello.
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