Mendigo Poeta:
No soy más que un analfabeto del amor,
un mendigo que pide caridad
a aquellas almas que pasan delante mío
fingiendo no verme, fingiendo no mirar..
un pordiosero que arrojado en su miseria
pide limosna a quien amar...
pero nadie se detiene,
¡todos están apresurados por ir a no se qué lugar!.
Tal vez todos vayan por un mismo camino,
tal vez yo sea el único que no irá...
por no tener una buena compañía,
por no tener a una hermosa dama
adornada con joyas a quien llevar.
Si no soy más que esto...
un mendigo que con sus harapos
trata de cubrirse de esta fría soledad...
que yace tirado en el suelo,
sin oro, sin plata...
pero que aun así, es rico en humildad.
Soy un mendigo al que alguna vez llamaron poeta
y ahora vende sus poemas a aquellos sin nombre,
a cambio de unas míseras monedas
no sirven ni para llenar el hambre...
Un mendigo, desprolijo, engañado,
al que algunos de mal corazón han pateado,
y otros con trajes finos
mirándome con desprecio,
han pedido que no estorbe...
¿Qué ha sido de aquel hombre que supo ser poeta?,
Quien supo enamorar los corazones de hermosas princesas
que ahora se han escapado,
dejándome en este gélido frío de inviernos desolados
mientras recuerdo a aquella, tan bella como ninguna,
que se ha marchado...
¡dejándome solo!
abrazando la hipocresía...
de una vieja y alcohólica prostituta
que arranca de mí mis últimos poemas que con amor he creado...
era ella quien se mostraba como una dama...
y ahora, ¡díganme ustedes!
hombres ricos en amor y mujeres complacidas en piedad
¡Díganme...!
¿Cómo recuperar aquella inocencia
que se pierde entre sábanas y noches de ámbar...?
No soy más que un mendigo carente de amor,
un poeta fracasado,
un ser vacío que tonto vendió su corazón
ahora se arrepiente arrodillado...
Sí, lo he empeñado, lo he dado al mejor postor...
solo cambio de placeres carnales con prostitutas sin amor
y efímeras alucinaciones de añejado y agreste alcohol.
Pero es cuando aquellas damas baratas se van,
cuando la botella queda vacía y se acaba mi embriaguez,
que me encuentro solo...
tirado en el suelo sin poderme levantar
olvidando aquello que alguna vez quise ser.
mis sueños, mis ilusiones...
¡Solo eran por ella!
poeta me había llamado por vez primera...
y por quien yo moriría de vergüenza
si acaso en este estado miserable me viera...
Ella, quien partió entre estrellas apagadas y sueños robados,
para buscar su propia felicidad,
sabiendo perfectamente que no la conseguiría a mi lado
sabiendo perfectamente que sería mejor la libertad.
Y ahora, respetuoso caballero,
que a este mendigo
un poema por unas monedas
le has cambiado...
dígame buen hombre, ¿qué cree usted?
acaso, ¿alcanzaré la gloria de poeta?
¿O acaso no saldré nunca de este marco de poeta fracasado?
Guárdese la respuesta, que en sus ojos ya la he podido ver...
pero antes de retirarse quiero que sepa,
que a pesar de aborrecer mi presencia,
de no merecer el nombre de poeta...
aun no he dejado de ser...
sin importar mis vicios, mis adicciones,
mis pecados y mis lamentaciones...
aquel niño inocente que le escribía enamorado
a ella, quien tanto lo supo amar...
aquel joven ilusionado que perdió su inocencia
al ver al amor de su vida, por su incompetencia,
tener que marchar
entre desilusiones y lamentaciones de saber que jamás seré
un poeta, un caballero digno de amarla,
quien fuera la única que mis lágrimas saladas pudiera ver...
Y ahora que no está, ahora que ya marchó...
no me queda más que volver a aquel callejón,
donde embriagado de alcohol
escribo poesías para poderlas vender
mientras añoro tanto aquello que alguna vez supe tener...
un fiel, enamorado y loco... corazón.
Oh! Mendigo poeta, que miserable ha de ser, la mujer que te ha devuelto a ese callejón y ese desagradable burdel… En dónde no valoran tus sentimientos, en dónde te llenas más de lamentos, en dónde pierdes en cada segundo ese sentimiento que te fascino conocer. Al igual que tú, ella ha de estar perdida, desolada y muy temida, la compañía de tu corazón lo dejo solo para caer por completo en el dolor… los dos han de ser mendigos poetas en la vida, o puede que ella ahora sea una prostituta perdida… qué escribe en la piel de otros ese sufrimiento y esas ganas de volver a ver, a ese ¡Corazón loco! que una vez, lograste tener.
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