¿Qué tanto solías decir antes? Que no podría aguantarlo, que sería incapaz de soportarlo, y ya ves, sigo acá como el primer día, algo más viejo es verdad pero ¿a quién le afectan los años?
Cuántas veces dijiste que terminara la historieta, que no siguiera con esta treta que tan mal te hacía, yo te miraba mientras fumaba plácido tratando de encontrar en tu rostro tensado a aquella señorita de antaño. La misma que había conocido en aquel barcito de Adrogué con quien compartí horas y horas de charlas y algunas borracheras.
Ahora me venís con que tú eres quien ya no lo aguanta, ya no soporta el desgaste. No te culpo, si la gracia en la tragedia es disfrutada por solo unos pocos y no todos tenemos el mismo sentido del humor.
Y sales y entras de la habitación murmurando no sé qué cosa, siempre a la defensiva. Repites y reiteras que ya no te trato como antes, que he dejado de ser lo que era, que hallo en mis libros mayor refugio que en tus brazos.
Si tan solo entendieras mi silencio mujer, que desde hace años no hago más que esperar el regreso de aquella ausente que me hace compañía a diario. Que sigo siendo el mismo de antaño, solo que con más barba, que no notas el brillar de la sortija en mi mano mientras me abstraigo en aquellos amarillentos libros que tanto solías leer y compartir conmigo.
Sin embargo, lloras y gimes cada vez con menos pasión, como si de eso la vida se tratara. Yo solo te miro e imagino sonriente mientras te espero en la cama para solucionar las cosas entre sábanas una vez más y verte tendida sobre mi pecho, durmiendo mientras en silencio prendo un cigarrillo.
Kenny