- BIENVENIDOS -†††

No temo a las palabras de los enemigos, si no, al silencio de quienes dicen ser amigos. No temo a las mentiras de los traidores, si no, a la traición de los débiles. No temo al ataque de los mismos de siempre, si no, al ataque caprichoso de los cobardes y confundidos. No temo al horror, no temo al terror porque lo conocemos bien desde que nacemos, le temo a la esperanza y a la confianza, las mismas que se vuelven contra nosotros y nos hostigan hasta que morimos. Uno se acostumbra a seguir construyendo castillos de cristal en el aire, sin prever la tempestad.

sábado, 30 de julio de 2011

Adeudo


¿Qué tanto solías decir antes? Que no podría aguantarlo, que sería incapaz de soportarlo, y ya ves, sigo acá como el primer día, algo más viejo es verdad pero ¿a quién le afectan los años?
Cuántas veces dijiste que terminara la historieta, que no siguiera con esta treta que tan mal te hacía, yo te miraba mientras fumaba plácido tratando de encontrar en tu rostro tensado a aquella señorita de antaño. La misma que había conocido en aquel barcito de Adrogué con quien compartí horas y horas de charlas y algunas borracheras.
Ahora me venís con que tú eres quien ya no lo aguanta, ya no soporta el desgaste. No te culpo, si la gracia en la tragedia es disfrutada por solo unos pocos y no todos tenemos el mismo sentido del humor.
Y sales y entras de la habitación murmurando no sé qué cosa, siempre a la defensiva. Repites y reiteras que ya no te trato como antes, que he dejado de ser lo que era, que hallo en mis libros mayor refugio que en tus brazos.
Si tan solo entendieras mi silencio mujer, que desde hace años no hago más que esperar el regreso de aquella ausente que me hace compañía a diario. Que sigo siendo el mismo de antaño, solo que con más barba, que no notas el brillar de la sortija en mi mano mientras me abstraigo en aquellos amarillentos libros que tanto solías leer y compartir conmigo.
Sin embargo, lloras y gimes cada vez con menos pasión, como si de eso la vida se tratara. Yo solo te miro e imagino sonriente mientras te espero en la cama para solucionar las cosas entre sábanas una vez más y verte tendida sobre mi pecho, durmiendo mientras en silencio prendo un cigarrillo.



Kenny

viernes, 29 de julio de 2011

Cierta noche de Invierno:

Pucha que son largas las noches de invierno, el reloj cristalizado se detiene por el mismo peso de las estalactitas en sus manecillas, los labios se crispan hasta cortarse y sangrar, el rocío nocturno cae entre pestañas apenas separadas, entre los desescatimados poetas de la gélida Buenos Aires se hace presente la ausencia, acompaña otra noche más la sempiterna soledad.
¿Y qué decís vos che? Que tan presuroso lees estas palabras bajo el escondrijo que te ciega las luces del alba allá arriba, el infinito pintado de celeste enmohecido. No querrás encontrar en estas palabras acaso algo de diversión ¿verdad?
Pucha que son impasibles las noches de invierno, la realidad es que para subsanar estos espasmos de melancolía me lancé al trabajo de transcribir estos pensares –pesares- prediciendo aquella compañía abstracta que se hace lugar entre esta vaga escritura solitaria (carente de receptor) y tu lectura espontánea y curiosa (carente de hablante). Estoy ahí sin estarlo, aun sigo hablándote aunque no pueda compartir ese trago o esos cigarrillos, sin mirarte a los ojos sigo tus pupilas, sin tenerte frente estoy contigo.
Y mirá que son mudas las noches de invierno ¿eh?, que desde aquel eco devuelto por el silencio el ñato de antaño me reclama pa jugar a las escondidas, correr por las callejuelas polvorientas del viejo barrio o discutir por la última galletita de chocolate a la hora de la chocolatada. No puedo consentirlo, pucha que no puedo, esta noche está detenida en el tiempo y para que no perezca en el olvido debo brindarle una fugaz trascendencia, aun aunque el frio de esta noche sangre mi boca y entrecruce mis pestañas con el rasguño frio del rocío y la despótica ausencia de quienes alguna vez estuvieron presentes, acá nomás.


Kenny

miércoles, 20 de julio de 2011

Detallismo


El problema de las ciudades dejó de ser el hacinamiento para darle paso a la extrema individualización que éste provoca.
Y en medio de aquella incomunicación entre semejantes desiguales, se halla un pequeño puñado de almas curiosas que encuentran desosiego y regocijo en las más efímeras situaciones espontáneas que le escapan a lo monótono de lo cotidiano.
En medio de la rutina, estas personas advierten situaciones desde su detallismo, que los aleja de lo mundano para sumirlos en una íntima abstracción poética.
Uno de ellos, así pues, trazará mentalmente el vuelo de una mosca antes de que ésta se fugue por la puerta que un nuevo cliente dejó abierta en un bar de San Telmo.
En medio del río de serpientes que asciende y desciende dos veces al día, un sensibilizado guerrero que dejó el fusil hace tiempo notará las construcciones abandonadas a lo lejos del camino y se cuestionará sobre el desastre que podría causar el mal formato de los asientos de plástico en el vagón del Roca si llegase a producirse una colisión.
Una joven detendrá su paso en medio de la peatonal de Lomas de Zamora debido a la caricia en su mejilla causada por una hoja de otoño que se precipitó al suelo mientras que al mismo tiempo una amante de la soledad dejaría caer sus lágrimas bajo aquel medallón naranja, manto de luz blanca por sobre un escenario azul.
Gran parte de estos re reunirían congregados en la mente de un joven poeta que los admira vertiendo sobre ellos la trascendencia de este poema, aspirando el humo de tabaco, sintiendo la calidez abrasadora del alcohol descendiendo por su garganta…
La vida está llena de hermosuras así.

Kenny.

Morena


Piérdete
entre aquellos
apretujados vestigios
de lo que fueron cenizas
de una hoguera ya extinta,
de un ocaso ya vertido
en el infinito de la noche
oscura y profunda
de pupilas café
morena candente
expectante
de lo que vendrá...

súbete al carruaje
de fibras purpúreas
navega entre los dolientes
haciendo eco de la realidad
que observas insensato reflejar
en aquel espejo,
estira sus cabellos,
muerde sus orejas,
arráncales las entrañas
pero no los dejes ahogar,
no los dejes hundir
en el océano azabache de lo bizarro.

Sujeta con fuerza a cuantos puedas
y arrástralos hacia las cruces plateadas
barnizadas de rojo escarlata,
palpables,
coaguladas...

Desde tu carruaje,
piérdete en el mar de condenados,
pisa sus cabezas,
patea sus sienes,
pero no dejes de gritarles,
nunca dejes de golpearlos,
porque aquellos condenados serán los mismos
que en su mutismo y su extrañeza intangibles
reivindicarán todas tus aversiones,
tus demandas,
tus hazañas,
sin importar que así mismo
tú no lo quieras...

por ello,
por ellos,
piérdete
entre aquellos apretujados vestigios
de lo que fueron cenizas
de una hoguera ya extinta,
de un ocaso ya vertido
en el infinito de la noche oscura
que se hace más y más espesa
en las pupilas café
de aquella dulce y pasional,
sensual y ardiente
morena de órbitas llameantes.

Kenny