Y extenuados por lo acontecido
impúdicos regresan rezando al altar,
ruegan perdón misericordia del altísimo
acusándose uno contra otro
de su despótica lealtad.
Hechiceras y brujos
vírgenes desolladas y ministros
se muestran sumos perennes
ante lo que acontecerán.
Anhelan ya solo la efímera trascendencia
entre el blanco matiz de los presentes,
mientras se inicia la hoguera
cierran las puertas del altar.
Con brazos apretados
espaldas astilladas
escupen a los rezos irónicos
de la gran santidad.
Mientras el hedor de piel abrasada
gritos desahuciados
inunda a los congregados
solo una cosa es segura,
¡al fin ha comenzado el Sabbat!
Kenny
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