Observemos la locura que nos rodea,
saboreemos su sangre,
acariciemos su brutalidad,
amemos su odio,
abrasémonos junto a ella
en aquella hoguera
que se levanta por lo cielos tempestuosos
de la ciencia maldita,
quememos la lógica
y fundámonos en la controversia
de la locura creciente,
torcida,
impertinente,
ociosa,
calma
e intranquila
que en el océano del desenfreno
nos hunde,
carcome cada una
de nuestras células
y nos lleva al fondo,
a lo más profundo,
a lo más mezquino
de la esquizofrenia,
de ésta,
nuestra propia locura...
Kenny
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