- BIENVENIDOS -†††

No temo a las palabras de los enemigos, si no, al silencio de quienes dicen ser amigos. No temo a las mentiras de los traidores, si no, a la traición de los débiles. No temo al ataque de los mismos de siempre, si no, al ataque caprichoso de los cobardes y confundidos. No temo al horror, no temo al terror porque lo conocemos bien desde que nacemos, le temo a la esperanza y a la confianza, las mismas que se vuelven contra nosotros y nos hostigan hasta que morimos. Uno se acostumbra a seguir construyendo castillos de cristal en el aire, sin prever la tempestad.

viernes, 29 de julio de 2011

Cierta noche de Invierno:

Pucha que son largas las noches de invierno, el reloj cristalizado se detiene por el mismo peso de las estalactitas en sus manecillas, los labios se crispan hasta cortarse y sangrar, el rocío nocturno cae entre pestañas apenas separadas, entre los desescatimados poetas de la gélida Buenos Aires se hace presente la ausencia, acompaña otra noche más la sempiterna soledad.
¿Y qué decís vos che? Que tan presuroso lees estas palabras bajo el escondrijo que te ciega las luces del alba allá arriba, el infinito pintado de celeste enmohecido. No querrás encontrar en estas palabras acaso algo de diversión ¿verdad?
Pucha que son impasibles las noches de invierno, la realidad es que para subsanar estos espasmos de melancolía me lancé al trabajo de transcribir estos pensares –pesares- prediciendo aquella compañía abstracta que se hace lugar entre esta vaga escritura solitaria (carente de receptor) y tu lectura espontánea y curiosa (carente de hablante). Estoy ahí sin estarlo, aun sigo hablándote aunque no pueda compartir ese trago o esos cigarrillos, sin mirarte a los ojos sigo tus pupilas, sin tenerte frente estoy contigo.
Y mirá que son mudas las noches de invierno ¿eh?, que desde aquel eco devuelto por el silencio el ñato de antaño me reclama pa jugar a las escondidas, correr por las callejuelas polvorientas del viejo barrio o discutir por la última galletita de chocolate a la hora de la chocolatada. No puedo consentirlo, pucha que no puedo, esta noche está detenida en el tiempo y para que no perezca en el olvido debo brindarle una fugaz trascendencia, aun aunque el frio de esta noche sangre mi boca y entrecruce mis pestañas con el rasguño frio del rocío y la despótica ausencia de quienes alguna vez estuvieron presentes, acá nomás.


Kenny

1 comentario:

  1. Muy bueno, es la mescolanza entre lo real y lo abstracto. Entre un pensamiento profundo, que sale de las entrañas y una trivial visión de los inviernos de esta ciudad, o este barrio... bah, podría ser cualquier lugar. SE nota ademas la influencia de ciertas lecturas... Abrazo.

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