¡Pero qué manera de callar!
¡¿Acaso ya nadie grita?!
¡Todos parecieran callar!
¡¿Y qué pasó con joder la vida?!
¡¿Acaso ya nadie grita?!
¡Todos parecieran callar!
¡¿Y qué pasó con joder la vida?!
Si lo único que se oye
son gritos ahogados,
hipos y toses
de amantes y ahorcados.
¡Y ya nadie grita!
¡Todos callan ante la injusticia!
¡Mudo el hambre, la dinamita!
¡Muda la muerte, muda agoniza!
Resbalan ahogados en el asfalto,
sus pulmones ennegrecidos de smock.
Sangre en los dedos, en las manos,
mutismo sangrante, silencio amor.
¡Griten, griten su condena!
¡Griten su libertad!
¡Griten hasta quedar sin garganta!
¡Hasta convencernos de que podemos ser más!
Reprimidos asquerosos que se dejan coger,
sus bocas quebradas no conocen del sabor,
solo han tragado el semen pasado del ayer
durmiendo en camas de recuerdos y dolor.
¡Grita tus mentiras político!
¡Grita tus miserias poeta!
¡Grita tus bombas científico!
¡Grita tus precios proxeneta!
Que el silencio reviente incendiado
por los gritos de las masas,
que el silencio sea vedado
por el canto de todas las razas.
¡Grita en tu lucha infeliz!
¡Grita en tus borracheras trasnochadas!
¡Grita tus revoluciones así!
¡Grita, grita como gritan siempre las miradas!
S. Ignacio.