¿Cómo
mantener el anhelo de complacerse alguna vez en el idilio que cada uno arrastra
consigo? ¿Cómo dignificarse ante el escupitajo de la vida que nos envuelve en
la abstinencia de fe y el renunciamiento de ensoñaciones compartidas por otros
tantos desgraciados hundidos en la miseria y en el vacío al igual que uno?
Si la recapitulación histórica no guarda más que el sadismo y la
crueldad de nuestra raza, ¿por qué confiar en próximas generaciones si la
nuestra no demostró cambio alguno?
Optimismo piden, esperanza ruegan, y a seguir esperando el
milagro. Pero lo cierto es lo que se ve en el cotidiano, en el día a día que a
veces evitamos y otras tomamos como propias.
Si me ha tocado criarme entre el valor de la amistad y la
importancia de los ideales, entre disparos y corridas, miedo, prudencia y
fantasías,también me ha tocado conocer la vida desde el barro, desde la
pérdida, a veces la necesidad y nunca la opulencia. Si, la abundancia de buenas
compañías, malas también que dejaron su huella y sobre todo su experiencia.
Un amigo describe al hambre como un dolor de estómago, otro
describe la marginación como un dolor en el alma, otro describe al dolor como
un acostumbramiento y no falta aquel que ve los problemas como el sabor de la
vida.
Aunque muchos creen que la espera rinde sus frutos, habemos
quienes apuntamos a la acción como herramienta creadora. Ya sea dando una mano
a quien la necesite o bien acompañando a aquel que no encuentra compañía.
Cansado ya de quienes hablan de revolución escondidos tras lujos
y posibilidades burguesas, de quienes hablan de educación como instrumento de
modificación implementando pedagogías decadentes y frías, de quienes engañan y
mienten y aun más de quienes se engañan y se mienten para mantener esa
conformidad que les brinde falsa seguridad y bienestar.
Cansado de ver como los que luchan terminan en el olvido y los
que engañan son venerados por los engañados. De los que tienen las
posibilidades son indiferentes y los que menos tienen son los que más dan.
Lo único que alienta es verse formando parte de quienes aun
creen, o si ya no cree, prefieren dejar un legado para no dejar de creer. De
quienes aun sienten cariño o aprecio a esta raza imperfecta, a esta humanidad
confundida, de quienes aun piensan que es mejor dar la vida por sus propias
convicciones que morir en el vacío de las imposiciones ajenas.
Si vamos por el buen camino, entonces seremos eternos ante la
historia, ya que seremos mejores que aquellos que solo buscan destruirnos y
convertirnos en silencio y ausencia.
Silguero Ignacio
No hay comentarios:
Publicar un comentario